Mis viajes a Israel

pierre-brice
a Eilat a Israel

Este artículo salió en el mensual francés

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Si todos los caminos van a Roma, todas las sendas irán a Eilat, situada al sur de Israel, entre Egipto y Jordania.
Eilat no es una ciudad bonita, sino una simple estación balnearia.
Las unicas atracciones que ofrece son el desierto que la circunda, el Mar Rojo que la costea y el sol que la ilumina: sólo caen 20 mm de lluvia por año ¡y la temperatura casi nunca baja de los 20°!
Para descubrir Israel, Eliat es la típica ciudad turística que os aconsejo evitar.
A menos que... A menos que... Hay que admitir que Eilat tiene un cierto encanto. A veces no es tan malo poder arrastrarse del hotel hasta la playa, bajo un sol seguro, sin pensar y con un buen libro, desplazarse para tomar un aperitivo o abrir ojo para comer antes de echarse una siesta para estar en forma en la piscina...
Todo dentro de un cuadro paradisíaco, enfrente a las montañas de la Jordania, rojas y rosas por la mañana, azules al anochecer, en las fronteras del desierto de Néguev y de Sinai, ¡y circundados por el mítico Mar Rojo ! Esta dulzura de vivir un poco “a la Saint-Tropez” se puede saborear solo fuera de temporada.
Desde el inicio de las vacaciones, hordas de turistas procedentes de todo el mundo asaltan las pequeñas playas de esta ciudad, que nació entre las piedrecitas al final de una guerra. Y hay que ocupar bien estas playas. El infierno empieza.
Eilat es una ciudad donde se puede holgazanear en los locales y a la luz del día, casi una Ibiza medio oriental, menos alocada y con un paisaje que no se esperaba.
Los hoteles lujosos crecieron como en Las Vegas.
Algunas de las atracciones nacieron donde a menudo lo peor se junta en lo mejor.Lo mismo para los restaurantes: os aconsejo que prefiráis a los cubiertos más bellos, los restaurantes que se la juegan en plan “gran mesa”, Pedro o el Shipoudai de Eliat, para los mejores houmous y kabab del mundo de houmous y de kabab, a precios irrisorios.
Podéis también comer sin miedo en el Gulf Restaurant, el Jerusalén Mixed Grill, o en el Lido el couscous (¿y porque no?), el menú local en el Fischerman House (ambiente cantinita para pescado, ensaladas y menú local a discreción) o en el Blue Beach, el falafel y el shawarma. El Blue Beach, como índica su nombre, es una playa, una playa azul.
Está en el centro de la ciudad, a los pies de Sheraton; con un precio bastante barato, (menos caro que en otros sitios y además tenéis más tiempo y sonrisas) podéis alquilar una tumbona y tomar algo sentados a la mesa, o con los pies en el agua, y comer (estupendamente, abundantemente y con un servicio muy agradable).
En general comer no es caro si se elige la comida local, en los restaurantes locales, y es lo que os aconsejo. Sobre todo, no os olvidéis de probar el vino israelino, muy prometedor: una mención especial para el Teshbi blanco (un “Sauvignon”), que hace también un honorable champagne, y el Efrat rojo, un “Cabernet Sauvignon” con el 10% de “Merlot”. Y si queréis comunicar con un internauta simpático y polígloto, mandad en inglés un mensajito a la librería internacional BJ’s Book del Tourist Center.
Lo mejor para no holgazanear (cada uno tiene su truco, pero sería una pena no visitar este país estupendo) consiste en alquilar un coche al menos por dos días y más si afinidad: todos los fletadores internacionales están presentes o representados. Mi consejo: reservad desde Francia en dólares americanos a través del centro de reservas internacional, para evitar la flotación de las tarifas locales.
Un día entero hay que destinarlo al suntuoso Parco Natural de Timna, en el Néguev (con excursiones desde los 15 minutos hasta las cuatros horas, para los amantes de la naturaleza, y con colores de rocas que os sorprenderán en las curvas y con oasis para descansar.
Otro día os permitirá dar un baño en el Mar Muerto. Tened en cuenta tres horas de viaje y respectad los limites, porque los policías son viciosos y competentes, dotados de radar como los de los americanos, os fotografían de perfil y luego os siguen con las sirenas aullantes, como los vigilantes de Texas.
Hay que hacer muchas paradas (imaginaos: ¡recorrer, en una sola vez, trescientos kilómetros a 90 Km. por hora sobre una calle perfectamente rectilínea y circundada por rocas!).
La majestuosa fortaleza de Massada es inevitable para su magnifico panorama sobre el Mar Muerto y el desierto; el Kibbutz de Ein Tamar para la exuberante vegetación; y el Kilómetro 101de Ketura Junction, situado a 89 Km. de Eilat y 101 de Taba, la frontera egipcia donde empieza la calle...
El Kilómetro 101 es un sorprendente bar restaurante situado en el arcén de la carretera, administrado por una colonia de paquistaníes venidos en familia (de Paquistán, por supuesto) con una tigre, un pitón de ocho metros, como si quisieran recrear un trocito de su tierra.
El Mar Muerto está dividido en dos partes, la más pequeña y la menos interesante, muy industrial o urbanizada, con las termas elegantes de En Bokek y de Neveh Zohar,
agradables para los amantes de la talasoterapia y del ocio.

Para dar un baño (también yo, ¡y con todo lo que como voy a flotar!), en la segunda parte podéis ver la playa más grande, la de Kibbutz de En Guedi (os aconsejo que evitéis el centro termal, una especie de pabellón cutre, con un restaurante asqueroso, estilo de acogida incurable como el Soljenitsyne o el Buzzati). Podéis también dormir y comer en el kibbutz. Prestad atención al pequeño chiste del aparcamiento de la playa: si queréis aparcar el coche a la sombra, si todavía queda, tenéis que dar la vuelta de un parco tan grande como lo de Al Campo. Esto significa que veis la dirección prohibida que os permitiría ocupar el último sitio bajo los árboles... y cometéis un error. Las direcciones prohibidas de los aparcamientos están equipadas con enrejados anti-agresión que os cortarán los neumáticos si los cogéis a contrapelo. Y de repente, en el medio del desierto, os sentiréis tontos.
Como mejor atracción de Eilat os aconsejo, sin duda, el Dolphin Reef, para sumergirse sin riesgos, cualquiera que sea vuestro nivel, con los delfines salvajes (¡cuarenta minutos de inolvidable inmersión a seis metros de profundidad!).
El Dolphin Reef es conocido, sobre todo, porque ha permitido sumergirse a los autistas y a los minusválidos, colocados en una especie de sillón para inmersión. Hay que decir que sólo por el sol, el Parco Timna y el Delphine Reef merece la pena de hacer este viaje.
Para el Observatorio submarino es más complejo. El submarino amarillo Jacqueline os lleva al arrecife coralino; es un paseo apasionante, casi cuarenta y cinco minutos a sesenta metros de profundidad.
El Observatorio en sí mismo os permite admirar al arrecife coralino y sus habitantes multicolores desde una sala redonda como un OVNI, situada a seis metros bajo las olas, a la que llegáis por medio de una escalera de caracol. Pero el turista tiene que consumir, entonces exageran y el cine que se mueve para robaros las fichas es penosamente feo, y os aconsejo que evitéis absolutamente los acuarios de los tiburones, donde pobres animalitos raquíticos y deprimentes se aburren en tinas penosamente tristes.
Curiosamente las joyas expuestas a la salida tienen una excelente relación precio-calidad. Retened vuestra mujer o sacad vuestra tarjeta de crédito: las perlas y sus engarces son muy bonitos y a menudo muy originales.
Antes de dejar Francia consultad el excelente sitio Internet de la Oficina del turismo israelino o llamadlo: os mandará la lista de todos los operadores turísticos.
Tenemos que mencionar también Accor Tour, mi favorito, que os alojará en el hotel Mercure Mirage, situado en el centro de la ciudad, sobrio y confortable como un Mercure y muy lejos del lujo cursi de los Palaces.
¡ Cuidado ! El aeropuerto internacional de Eilat está a una hora y media de camino en coche, pero no hay coches. No pasaos de listos y coged obligatoriamente el suplemento “traslado al hotel”, o cambiad aéreo en Tel-Aviv, para luego llegar al aeropuerto de Eilat Centro Ciudad.
Una semana en Israel, como os he contado, cuesta de 1.500 euros a 2.500 euros (todo incluido para muy dos personas). Shalom y ¡qué tengáis buen buceo !

paru dans Gazoline 64 de janvier 2001
© Pierre-Brice LEBRUN & Gazoline

traduit par Stefanie GIORDANA


Visitad Jordania
es muy cerca, un país apacible y suntuoso que alberga Pétra ¡
Una de las maravillas del mundo !

 

 

 

 

 

 

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